... mi empeño fue el hombre, lo humano, su misterio... R.P. Fernando Boasso S.J.

Fernando Boasso (1921)




La vida de jesuita:


  1. ¿Qué referencias mínimas darían cuenta de quién es ud.?

Soy un ser religioso, desde niño (6 años…), me preocupaba por aceptar la voluntad de Dios en las cosas que me afligían. No rezaba que me librara. Para otras cosas hacía novenas a la Virgen para conseguirlas. Ya sacerdote, recuerdo cuando estudiaba en Paris, algunos me decían el “monga”…

  1. ¿Por qué jesuita?

Ya en primera adolescencia, un amigo vasco que nos visitaba, oriundo de San Sebastián, contaba cómo en los colegios jesuitas enseñaban cosas maravillosas como nadie en España. Desde muy chico era muy aplicado a los estudios. Ya en la escuela primaria mi maestra informaba a mis padres que yo era el alumno más aplicado que había tenido. (No significaba el más inteligente).

Mi inclinación era escribir, inventando pequeños cuentos, en los cuales no sabía terminar. Ya en la compañía, en el juniorado estudiaba como seducido por el latín y el griego, y el humanismo clásico. Me sentí muy a gusto como “maestrillo”: me tocó enseñar humanidades y Retórica en el Seminario diocesano de Villa Devoto. Me apasionaba la literatura también castellana. En filosofía, igualmente me apasioné por ella. También y más en teología. Experimentaba mi “ser religioso"… mi vocación plena.

Había ingresado al Noviciado a los 20 años. En aquel entonces la mayoría era más joven. A los de mi edad se les concedía abreviar el currículo. Yo preferí cursarlo íntegro. Así, todos los estudios míos fueron 16 años, aunque en los últimos años ya sacerdote daba EE, incluso a sacerdotes.

Siempre fui enamorado de la liturgia y el canto. Señala que en los estudios (de Filosofía en adelante), la raíz, la línea fuerza de mi empeño fue el hombre, lo humano, su misterio. Lo traté en mis libros.

  1. ¿Qué sueños se han visto realizados en tantos años de Compañía? ¿Qué misiones tuvo en la Compañía y qué significaron para su vida? ¿Qué campos apostólicos?

El acontecimiento más importante: el Concilio Vaticano II. La inmensa ilusión de una realidad, de un mundo nuevo en la Iglesia vivida paso a paso. Todo comenzó con el Papa Bueno Juan XXIII.

La misión dada por el P. Provincial al designarme superior de la Compañía de Córdoba (1962) fue para mí muy importante. Había que iniciar el proceso de renovación de la liturgia, cantos, salmos de Gelinat, altar de frente, etc. un nuevo estilo pastoral. Se permitía hablar con cierto cuidado de cambios en la Iglesia, antes una herejía protestante… ello generó para más de uno críticas, etc.

Monseñor Angelelli, Obispo Auxiliar aprobó y ponderó la práctica de la Compañía como el primer hecho positivo del Concilio en Córdoba.

Luego de Córdoba, en Buenos Aires, docencia en la Universidad del Salvador y el Máximo, estudié cada uno de los Documentos Conciliares (creo que como nadie de los profesores de allí). Se decidió una semana de estudio sobre los cuales y se me encargó la exposición y comentarios.


  1. ¿Cómo vivió los tiempos de crisis personales, de la Iglesia, del mundo? ¿Cuáles fueron sus momentos más decisivos? ¿Qué lo ayudó a vivirlos?

(En los años del Concilio) La crisis en la Iglesia y la mía personal. En nuestra Provincia, un derrumbe. Salieron unos 70 estudiantes, algunos me preguntaron qué significaba ser cristiano. Mi crisis fue más hondamente espiritual, un doloroso y largo desconcierto, suerte de muerte del alma. Ningún jesuita pudo ayudar. Algún intento de fundar otra teología de un profesor joven era para mí simplemente algo sin fundamentación.




La vida en misión:



  1. ¿Cómo definiría su estilo de trabajo? Si tuviera que elegir algunos baluartes en su vida, ¿cuáles serían?


Asunto providencial, del Espíritu Santo: formé parte de un grupo dirigido del P. Lucio Gera, eximio teólogo; fue la COEPAL, cuyo cometido era cómo interpretar y aplicar pastoralmente en la Argentina el Concilio Vaticano II. La actuación de Gera fue para mí fundamental, intelectual y espiritualmente. Además su testimonio de hombre de Dios.

Breve agregado: mi estilo de trabajo: unión constante de actividad pastoral jesuítica, docencia, EE, residencias, parroquia, simultáneamente escrito de 23 libros publicados.


  1. ¿Qué han significado los compañeros, los amigos y amigas para su vida? ¿Cómo ha experimentado el compañerismo, la amistad?

La convivencia constituyó para mí un valor invaluable. Y aun el juniorado, y en particular en el Máximo en el cual en mi época había más de 200 estudiantes, uruguayos, paraguayos, bolivianos y chilenos. Jamás antes había experimentado semejante compañerismo. Verdaderamente convivencia feliz. Los uruguayos eran iguales a nosotros. Los otros algo diferentes, enseguida hacían amistad.


  1. ¿Qué significa la Compañía de Jesús para la Iglesia actualmente? ¿Qué esperanzas y temores lo acompañan a esta altura de su vida con respecto a la realidad que vivimos?

La Iglesia actual. Un aspecto más positivo que antes en el que me siento a gusto está en que cada vez es menos clerical. Formamos un todo unidos con los laicos, con toda la importancia de las mujeres. La iglesia se arrepiente de la haberlas considerado antes como menos dignas que los hombres. ¿Ignorábamos que la Iglesia es femenina?

La Compañía en la Iglesia Actual. Me parece que ha disminuido la valoración que le otorgamos antes. ¿Cuál es su papel actual? Una premisa: en general la sociedad vive cada vez más dependiente de lo de afuera de sí, de lo exterior. Todos los medios de la tecnociencia, incluso el celular que se lleva al cinto usado correctamente viendo su pantallita; todo muy útil. Pero puede llegar a una suerte de adicción. Ello resulta negativo en cuanto al uso. Aquí interviene también el innegable poder de la nada hoy universalizada. En resumen: la vida se vive cada vez menos interior, menos silencio, cada vez se vive menos historia, sólo hechos puntuales. (Ver la televisión). Conclusión: ¿Qué significado implica en la misión de la Compañía en la vida actual? Lo principal: recuperar la vida interior, (ella más libre para decidir su camino). Más en concreto, mediante los EE. Recordar la carta de Benedicto XVI al inicio de la 35 Congregación General, acerca de ser fieles al carisma ignaciano. Afirma el Papa: “es necesario que volvamos otra vez a la experiencia espiritual de los EE” (12). Creo que estamos cumpliendo en nuestra Argentina.




La vida en el Espíritu:



  1. ¿Quién es Jesús para ud.? ¿Cómo ha experimentado en su vida el Reino que Él anuncia?


Jesús para mí en los EE. Desde la primer semana de EE hasta la cuarta buscamos el conocimiento interno de Jesús para más amarlo y seguirlo. Que se arraigue en nuestro corazón. Yo iba descubriendo la verdad de Jesucristo. Y desde mis primeros años de sacerdocio ese Cristo-Centro lo sentía (sentir de San Ignacio) como Cristo crucificado. En cumbre, el misterio de la cruz. Así se me entregaba. ¿Por qué? Sin duda era por moción del Espíritu Santo, pero también tenía que ver con problemas en lo hondo de mi existencia, mis sufrimientos desde mis 35 años hasta ahora. Sufrimientos físicos (enfermedad) y espirituales. (No voy a concretar, no es una confesión). El Señor lo habrá permitido por mis pecados. También por una larga prueba. Jamás dudé de mi vocación. Junto con el sufrimiento he sentido mucho consuelo, alegría de corazón. Hoy me hallo contento en mi vida en la Compañía. Recordando esa existencia uncida de sufrimiento, hoy veo así al Señor, el misterio de la Cruz es el sí de Dios al hombre (También a mí): la expresión máxima de su AMOR, fuente de vida eterna del Jesús resucitado, el siempre conmigo, ello, presencia pascual en cada Eucaristía que celebro. NOTA: expresé esa experiencia en mi libro: “Eucaristía, cumbre y corona del relato bíblico.”

Experiencia del Reino. Jesús anuncia que el Reino de Dios siempre viene, está cerca incluso que ya está en nuestra historia. Hay que creer y convertirse. Es decir, cambiar de camino, comenzar un camino nuevo cumpliendo la voluntad de Dios que nos ama. Nos llama, golpea mi puerta para que abra mi corazón, y perdonar mis pecados: para sanar nuestras heridas y restaurar todo ser humano degradado, disminuido socialmente, para reinar en los pobres.

Gracias, Señor, porque quieres que se cumpla tu designio de AMOR mediante Jesús, que para eso se pasó haciendo milagros. Y para redimir y sanar la quiebra de la humanidad, el misterio del AMOR crucificado, la cruz! Unido a Cristo (no sólo la doctrina) valía la pena la misión de anunciarlo con amor a todos para mayor gloria de Dios.


1 comentario:

  1. Mi querido Padre Fernando... mirá casi que te estoy escuchando personalmente...ciertamente desde el Cielo me estás indicando el gran camino. Fuiste mi mentor en nuestra amada Liturgia. Cuántas tardes en el noviciado escuchándote... Le doy gracias a Dios por haberte puesto en mi camino. Ahora te pido que intercedas por mi misión en este mundo. Un abrazo Padre y algún día nos estaremos viendo.

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