El padre Juan, un sacerdote que hace camino al andar “Estoy felizmente arruinado”

El padre Juan, un sacerdote que hace camino al andar
“Estoy felizmente arruinado”

Miércoles 15 de junio de 2011 Salta. TRILCE LOVISOLO, EL TRIBUNO

Hoy es un gran día para el padre Juan Schak, sj párroco de la Iglesia San José Obrero: se cumplen 50 años de su ordenación sacerdotal, cuando tenía 32 años.
Nació en Wisconsin, Estados Unidos. Era el menor de cinco hermanos (tres hermanas mayores y un hermano que le seguía a él, pero que murió de pequeño). Siendo niño otra muerte golpeó su vida: la de su padre. Su madre era maestra. En la escuela secundaria empezó a pensar en la posibilidad de dedicarse al sacerdocio, pero rápidamente quiso convencerse de que no era una buena idea, le contó ayer a El Tribuno. A modo de anécdota el padre contó que en una oportunidad, para “impresionar a las chicas” hablaba sobre sus inquietudes de ser cura, sin saber que, ciertamente, ése sería su destino. También comentó que le gustaban los bailes estudiantiles y que jugaba fútbol americano.
En la universidad comenzó la carrera de ciencias exactas que abandonó en tercer año luego de darse cuenta de que lo que realmente quería era ser un hombre de Dios. “No es que no me gustase esa carrera, pero yo pensaba: cambiar a Dios por algo que fue creado por él no es negocio” (risas).
Antes de venirse a Argentina vivió dos años en Colombia, donde aprovechó para estudiar español.
Hace 46 años, el arzobispo de Salta, monseñor Roberto Tavella quiso fundar una universidad en la provincia y, entonces, envió una carta a Wisconsin, en la que pedía que viniesen sacerdotes jesuitas para fundar esta casa de altos estudios (Universidad Católica de Salta). Fue así como el padre Juan Schak, junto al padre José Lally, vinieron a esta provincia.
Su primer destino fue Molinos, en los Valles Calchaquíes. Tenía 36 años y estuvo allí cerca de dos años. “Era muy ágil, trepaba los cerros... Molinos era un pueblo inhóspito, pero la calidez de su gente me cautivó”, recordó. Luego anduvo por muchos otros pueblos calchaquíes y más adelante vivió 20 años en Anta.
En agosto de 1988, el arzobispo ordenó trasladar al padre Juan a San José; había muerto el padre José Lally. Hace nada menos que 23 años que el padre Juan está en la parroquia.
Según dijo, es muy distinto ser sacerdote aquí que serlo en Estados Unidos. “Acá uno se convierte en un integrante más de la familia de las personas, no es un funcionario. La cultura acá es muy distinta, la gente es muy afectuosa”, remarcó.
“¿Cuáles son los mejores recuerdos que tiene de su trabajo en Salta?”, interrogó El Tribuno. Respondió: “Tienen que ver con los enfermos. Es increíble cuando uno ve que hay personas que sufren horrores pero que al mismo tiempo son muy nobles, no se quejan y aman a Jesús. Eso me impacta mucho”.
¿Y cómo está el padre Juan de salud? El afirma: “Estoy felizmente arruinado”. Sus palabras hablan del deterioro natural que la vejez, inevitablemente, trae al cuerpo. “Cada día vivido es mejor al anterior”, concluyó el padre.

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